Contrato basado en el Acuerdo Marco para la selección de suministradores de vacunas frente a la gripe estacional para determinados órganos de contratación de la Administración General del Estado, Instituto Nacional de Gestión Sanitaria (INGESA), las ciudades de Ceuta y Melilla y varias Comunidades Autónomas.
En la última temporada la actividad gripal ha disminuido, simultáneamente al ascenso de la incidencia de las infecciones por SARS-CoV-2. Las medidas para mitigar la difusión de éste (limitación de la movilidad, uso de mascarillas…) han contribuido al descenso de la actividad gripal. No obstante, se desconoce el impacto que las limitaciones impuestas por la pandemia de SARS-CoV-2 puedan tener en la evolución de la próxima temporada gripal. Por esta razón, es necesario intensificar la vigilancia epidemiológica y mantener los programas de vacunación frente a gripe estacional.
Las campañas anuales de vacunación frente a la gripe estacional tienen como objetivo reducir la mortalidad y morbilidad asociada a la temporada epidemiológica de gripe y el impacto de la enfermedad en la comunidad. Se dirigen fundamentalmente a proteger a las personas que tienen un mayor riesgo de presentar complicaciones en caso de padecer la gripe (mayores de 65 años, mayores institucionalizados en centros sociosanitarios, enfermos con patologías crónicas) y a las que pueden transmitir la enfermedad a otras que tienen un alto riesgo de complicaciones.
Además, se recomienda vacunar a las personas que, por su ocupación, proporcionan servicios esenciales en la comunidad y a aquellos trabajadores expuestos a virus aviares o porcinos. En este sentido, cabe destacar que la pandemia de SARS-CoV-2 pone de manifiesto los riesgos asociados a los virus que circulan en reservorios animales. La presencia de virus gripales en aves y cerdos es una señal del riesgo de nuevas pandemias, por el impacto de la actividad gripal zoonótica.
Existe la posibilidad de que en la próxima temporada otoño-invierno coexista la epidemia de gripe común con olas pandémicas provocadas por nuevas variantes de SARS-CoV-2, como puede ser el caso de la variante delta que se estima llegue a ser la cepa de circulación predominante en Europa en otoño de 2021. Ambas ocasionan infecciones respiratorias agudas y pueden generar una gran presión asistencial, con incremento de consultas ambulatorias, hospitalizaciones y muertes.
La adecuada prevención de la gripe en otoño puede contribuir a reducir el impacto sobre la presión asistencial y las posibles complicaciones en la población más vulnerable. Esto puede ser fundamental en la población mayor y aquella con condiciones de riesgo. En el personal sanitario, la vacunación puede ayudar a reducir la infección respiratoria por el virus de la gripe en este colectivo crítico y con ello las correspondientes bajas médicas que detraen personal sanitario del Sistema de Salud.