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05/02/2004Presidente
Prólogo del presidente de Castilla-La Mancha al libro "Los curas de ETA"

BONO PIDE A LA IGLESIA VASCA CONDENAR SIN AMBIGÜEDADES LA AUTODERMINACIÓN ILEGAL

* El presidente regional califica de “amistades peligrosas” la relación entre el nacionalismo vasco más radical y algunos sectores del clero católico.

* Bono rechaza los “nuevos apóstoles” que por defender un partido, una ideología política o un gobierno complaciente con la intendencia eclesial, pervierten el mensaje cristiano confundiendo el amor con el odio.

* En el País Vasco no hace falta una segunda transición porque, sencillamente, la que falta es la primera, la transición hacia la libertad para quienes la han perdido a manos del terrorismo etarra, y hacia la convivencia en democracia.

* Bono se pregunta si es que acaso la Iglesia le debe algo a ETA.

El presidente de Castilla-La Mancha, José Bono, pide a la Iglesia del País Vasco que condene sin ambigüedades la autodeterminación y la secesión que se pretende imponer por métodos ilegales o violentos.

Bono lamenta la falta de unanimidad existente entre los obispos españoles acerca de un asunto tan grave como la secesión o el independentismo que, además, es la excusa de los terroristas para tratar de justificar sus crímenes.

Éstas son algunas de las reflexiones que el presidente castellano-manchego ha incluido en el prólogo que ha escrito para el libro “Los curas de ETA. La Iglesia vasca entre la cruz y la ikurriña” de Jesús Bastante, que hoy ha sido presentado en Madrid, en la sede de la Asociación de la Prensa madrileña.

En el prólogo, Bono califica de “amistades peligrosas” las relaciones que mantiene el nacionalismo vasco más radical y algunos sectores del clero católico y asegura que produce incomodidad intelectual cuando el mensaje cristiano, que se resume en paz y amor, se vacía de contenido y se acota a un territorio determinado.

Para el presidente castellano-manchego, cuesta comulgar con los “nuevos apóstoles” que por defender un partido, una ideología política o un gobierno complaciente con la intendencia eclesial pervierten el mensaje cristiano confundiendo el amor con el odio.

Bono alerta sobre el predominio del nacionalismo en sectores de la jerarquía y el clero vasco, lo cual plantea de nuevo interrogantes sobre la relación entre poder y religión, no sólo a los prelados de la Iglesia, sino también a su feligresía.

Según el presidente castellano-manchego,“la Iglesia católica es la única institución que hasta el presente se ha librado de la violencia de ETA”, y añade que después de tantos años este hecho no puede ser juzgado solamente como una causalidad. “Su evidencia puede suscitar perplejidad”.

Para Bono, “ya son muchos los católicos vascos que tienen ese sentimiento cuando ven que parte del clero y de la jerarquía vasca se guardan a sí mismos al no extender su descalificación del terrorismo etarra hacia la condena ética del movimiento nacional-socialista, es decir, nazi, que le sigue y le ampara”.

En el prólogo se asegura que en amplios sectores políticos y eclesiásticos vascos no se ha querido en modo alguno aceptar la diferencia marcada por la Constitución de 1978, que supone un antes, la dictadura, y un después, la libertad, para España entera y también para el País Vasco.

Para el presidente de Castilla-La Mancha, en el País Vasco no hace falta una segunda transición “porque, sencillamente, la que falta es la primera, la transición hacia la libertad para quienes la han perdido a manos del terrorismo etarra y hacia la convivencia democrática ”.

Bono defiende la necesidad de llevar a cabo esa transición democrática en el País Vasco, una labor que requiere no sólo de la política sino también de la ética que puede generar una sociedad plural, en la que la Iglesia debe desempeñar un papel importante, aunque para ello deberá ampliar su campo de reflexión y su perspectiva histórica de la relación que mantiene con los poderes alzados sobre la violencia.

Considera, además, que el terrorismo etarra ha provocado que muchos ciudadanos del País Vasco hayan ido perdiendo las libertadas ganadas de forma paulatina, progresiva, al compás de una inadvertida siembra de semillas de odio y destrucción.

En este contexto, el presidente regional considera que el País Vasco está afectado por una exacerbación política que no ha encontrado aún su vía de salida positiva y que repercute e implica a la Iglesia vasca, tradicionalmente enraizada en su sociedad y que, sin embargo, por la división existente en su seno ante el terrorismo etarra ha visto disminuida su influencia, además de provocar el deterioro de la histórica catolicidad del pueblo vasco.

“Afortunadamente, como revela el libro, ya hay un impulso de lucha por la libertad en la propia sociedad vasca”, aclara Bono en el prólogo.

El presidente de Castilla-La Mancha pide a la Iglesia que se convierta en un verdadero punto de encuentro para el diálogo, aunque lamenta el desgaste que ha sufrido esta palabra en el País Vasco por su abuso en el debate político, “ya que se ha invocado también para hacer frente a quienes han dicho ¡basta ya!”

Según Bono, “son demasiado profundas las brechas abiertas por el terrorismo. La moral cívica está demasiado corrompida por la condescendencia frente a lo que no tiene otro nombre que el crimen. La sociedad está quebrada por el miedo pero, no obstante, habrá que ir creando espacios para el diálogo, para la comunicación y la iglesia debería abrirlos en su propio seno porque, como dice Rafael Aguirre, es el lugar más plural de encuentro que existe en la sociedad vasca”.

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