07/12/1999JCCM

LA CONSEJERÍA DE AGRICULTURA Y MEDIO AMBIENTE INTENTA EVITAR LA EXTINCIÓN DEFINITIVA DEL CANGREJO AUTÓCTONO

Técnicos de la división de Pesca y Aguas Interiores de la Dirección General de Montes de Portugal han visitado Ciudad Real para conocer
las soluciones que se están aplicando en Castilla-La Mancha para que no desaparezca esta especie, sustituida por el cangrejo americano


Técnicos de la división de Pesca y Aguas Interiores de la Dirección General de Montes de Portugal han visitado Ciudad Real para conocer

las soluciones que se están aplicando en Castilla-La Mancha para que no desaparezca esta especie, sustituida por el cangrejo americano

Una delegación de técnicos de la división de Pesca y Aguas Interiores de la Dirección General de Montes de Portugal han visitado durante el pasado fin de semana Ciudad Real con el propósito de conocer los programas que lleva a cabo la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente para la recuperación del cangrejo autóctono, una especie que se encuentra en retroceso y prácticamente desaparecida en la mayoría de los ríos de Castilla-La Mancha y de la península Ibérica.

Se estima que en nuestra región quedan menos de un centenar de poblaciones autóctonas supervivientes cuando el volumen anual de capturas rondaba las quinientas toneladas hace un cuarto de siglo.

Los cauces fluviales que antaño ocupaba el cangrejo autóctono han sido invadidos por el cangrejo rojo americano. Esta especie, de gran capacidad de colonización, fue introducida clandestinamente en España en 1974 y se extendió muy rápidamente gracias a la participación activa de pescadores comerciales y deportivos, los cuales, preocupados sólo por el descenso de la población de cangrejo autóctono, no tuvieron en cuenta los efectos no deseados que tendría la repoblación con especies americanas.

Con la introducción del cangrejo rojo americano apareció la afanomicosis o “peste del cangrejo”, enfermedad que fue detectada por primera vez en Castilla-La Mancha en 1978.

La afanomicosis está causada por un hongo parásito que se desarrolla sobre el tejido muscular del cangrejo y libera toxinas que afectan a su sistema nervioso central; la enfermedad es mortal para los cangrejos autóctonos pero no para los americanos, que son los transmisores de la enfermedad.

La difusión de la afanomicosis ha supuesto la práctica desaparición del cangrejo autóctono y que su lugar haya sido ocupado por las especies americanas, tanto el rojo como el denominado “señal”, introducido a mediados de los ochenta en Castilla-La Mancha como posible sustituto del cangrejo autóctono, según aconsejaban los experimentos efectuados en otros países europeos. Años después se ha podido comprobar que el cangrejo señal produce daños sobre la flora y la fauna que desaconsejan también su utilización.

Este problema, que ha perjudicado ya a la mayor parte de los cauces fluviales españoles, empieza ahora a dejarse sentir en el país vecino. Este hecho es el que ha motivado la visita de los técnicos portugueses, que pretenden poner coto a tiempo a la expansión de las especies americanas

Desde principios de los años ochenta, la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente lleva a cabo diferentes programas para la conservación de las escasas poblaciones de cangrejos autóctonos. La primera medida fue la prohibición de su captura, que está tipificada como delito ecológico, y la estrecha vigilancia de aquellos lugares en los que todavía se mantiene la especie.

También está prohibido transportar en vivo los cangrejos rojos pescados en nuestros ríos, medida que pretende evitar la propagación de la afanomicosis; por la misma causa, la captura del cangrejo señal y la suelta de cangrejos en ríos, lagunas o charcas sin autorización para ello están consideradas un delito.

El cangrejo autóctono aparece como especie “vulnerable” en el Catálogo Regional de Especies Amenazadas de Castilla-La Mancha; esta consideración llevará consigo la redacción de un Plan de Conservación de la especie.

Además de estas disposiciones legales, desde 1985 la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente viene practicando repoblaciones con cerca de cien mil cangrejillos al año, cantidad que puede parecer elevada pero que es la densidad habitual en un tramo de cuatro o cinco kilómetros de río.

Lógicamente, estas repoblaciones se llevan a cabo en lugares a salvo de la “peste del cangrejo”. Aunque existe la creencia de que la enfermedad perdura durante años una vez infectado un tramo de río, diversos estudios científicos han demostrado que las esporas del hongo no son capaces de sobrevivir más allá de un mes en ausencia de cangrejos a los que infectar; igualmente se ha comprobado que existen distintas cepas de la enfermedad y que su virulencia depende de las condiciones ambientales.

Así, se ha podido constatar que la sustitución del cangrejo autóctono por las especies americanas se circunscribe al área de la península ibérica, ya que el cangrejo rojo no ha sido capaz de adaptarse a las frías aguas de los ríos de los países situados más al norte.

La Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha cuenta con dos centros de astacicultura, ubicados en el Centro de Mejora Agraria “El Chaparrillo” de Ciudad Real y en Guadalajara, en los que se crían los cangrejos que se utilizan en las repoblaciones.

Dentro del programa de los técnicos portugueses en Ciudad Real figuraba la visita a las instalaciones de “El Chaparrillo”, que es uno de los centros más importantes de España en esta práctica. Gracias a esta labor de cría en cautividad y a salvo de contaminaciones se ha evitado la extinción de esta especie.

Pero la preservación del cangrejo autóctono no debe competer tan sólo a la Administración. Junto al respeto de las prohibiciones ya citadas, hay algunas prácticas con las que se puede favorecer la supervivencia de esta especie.

Una de ellas es la desinfección de los reteles después de pescar cangrejos rojos para no transportar cepas de afanomicosis a aguas libres de la enfermedad. La desinfección puede realizarse con facilidad sumergiendo los reteles durante un minuto en un cubo con agua con dos tapones de lejía o dejándolos secar completamente antes de volver a utilizarlos; esta prevención, que puede aplicarse al resto del equipo, es muy fácil de llevar a cabo, no compromete el éxito de la pesca y además previene la transmisión de otras enfermedades.
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