INAUGURADA EN EL INSTITUTO CERVANTES DE ROMA LA EXPOSICIÓN "IMÁGENES DE EL QUIJOTE"
Son 36 reproducciones de los grabados que ilustran la edición de la Real Academia Española de 1780 conocidos también como los grabados de El Quijote de Ibarra, ya que la impresión corrió a cargo del aragonés Joaquín Ibarra, impresor de Cámara de Su Majestad y de la Academia, que comenzó a imprimir la obra en 1777, finalizando el trabajo en 1780. La muestra ha pasado con anterioridad por ciudades como Madrid, La Coruña, Ronda (Málaga) o Ciudad Real.
El presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda, ha inaugurado en la Sala de Exposiciones del Instituto Cervantes de Roma la muestra Imágenes de El Quijote en el marco de colaboración que tienen suscrito el Instituto Cervantes y el Gobierno de Castilla-La Mancha, a través de la empresa pública Don Quijote de la Mancha 2005, para la promoción exterior del IV Centenario de la obra universal de Cervantes.
Acompañado por el director del Instituto Cervantes de Roma, Javier Ruiz, y la consejera de Economía y Hacienda y presidenta de la empresa pública Don Quijote de la Mancha 2005, María Luisa Araújo, así como por otras autoridades, el presidente Barreda recorrió las salas en las que se ubican las 36 reproducciones de los grabados que ilustran la edición de la Real Academia Española de 1780 conocidos también como los grabados de El Quijote de Ibarra.
El Quijote conoció un gran éxito desde el mismo momento de su publicación. Ya antes de acabar 1605, se había publicado nuevamente en cuatro ocasiones más en Lisboa, Valencia y Madrid-, y son numerosos los testimonios que nos hablan de la temprana adopción de los personajes de la novela como parte de fiestas y del imaginario popular.
Tres ediciones en italiano al concluir el siglo XVII
Al tiempo, su fama creció por toda Europa de manera asombrosa: en apenas cincuenta años había sido traducido al inglés, francés, alemán, italiano y holandés; y al finalizar el siglo XVII se tienen noticias de hasta treinta y una ediciones en español, veinticuatro en francés, ocho en inglés, cinco en alemán y holandés, y tres en italiano.
En el siglo XVIII no deja de crecer el interés por la novela cervantina, traduciéndose al ruso, al danés, al polaco y al portugués. Las nuevas ediciones en inglés (cuarenta y nueve) y francés (cuarenta y siete) superan en esta centuria a las treinta y seis realizadas en castellano.
Será sin embargo el siglo XIX el que suponga la definitiva universalización del Ingenioso Hidalgo, con nuevas traducciones al búlgaro, catalán, croata, checo, esloveno, finlandés, griego, húngaro, japonés, latín, rumano, sueco, servio y tagalo.
Casi dos centenares de ediciones en español difunden masivamente la obra en un siglo en el que se contabilizan hasta quinientas setenta y siete ediciones en todo el mundo. En el siglo XX, por último, puede decirse que el resto de las lenguas cultas del orbe han conocido la correspondiente traducción de una obra considerada unánimemente como la más importante de la literatura universal.
El Quijote de la Real Academia Española
Precisamente el éxito de El Quijote pudo ser causa de que no en todos los casos se tuviera especial cuidado al reproducir letra y espíritu de la obra, perpetuando errores y defectos, y llegándose al extremo de alterar el título original.
Ante esta situación, en marzo de 1773 la Real Academia Española de la Lengua creada sesenta años antes-, decidió realizar una espléndida edición en cuatro volúmenes en cuarto mayor, que superase a todas las anteriores e indicase el camino verdadero para ediciones sucesivas.
La revisión minuciosa, la anotación y la corrección de las numerosas erratas que tenía el texto corrieron a cargo de los académicos Manuel de Lardizábal, Vicente de los Ríos e Ignacio de Hermosilla, a quienes debemos también la Vida de Cervantes, el prólogo, el análisis y el plan cronológico de la novela que acompañan a esta edición.
Por lo que se refiere al aspecto material, se mandó fabricar papel de hilo especial a José Llorens, en Cataluña, y tres fundiciones nuevas de letra, con matrices y punzones trabajados por el madrileño Jerónimo Gil. La impresión corrió a cargo del aragonés Joaquín Ibarra, impresor de Cámara de Su Majestad y de la Academia, que comenzó a imprimir la obra en 1777, finalizando el trabajo en 1780.
El resultado de tan colosal empresa fue El Quijote de Ibarra o de la Academia pues por ambas denominaciones es conocido- y fue, sin duda, la mejor edición de la obra realizada hasta entonces. Tan sólo dos años más tarde, en 1782, se reeditaba en un formato más económico, en cuatro tomos en octavo; y en 1787 en seis tomos, respetando en ambos casos el texto original.
Las Ilustraciones
En 1620, en Londres, aparece el primer grabado representando a Don Quijote y Sancho Panza. Desde entonces, fueron muchas las ediciones que se lanzaron a la no siempre fácil tarea de representar las aventuras del Ingenioso Hidalgo y su escudero, sobre todo ya en el siglo XVIII, incurriéndose en algunos casos en anacronismos y falsedades que hoy no dejan de resultar divertidos.
Sin reparar en los gastos que ello podría ocasionar, en la edición de la Academia se tuvo un especial cuidado por ilustrar la obra con láminas que reflejasen con fidelidad el contexto histórico en el que se desarrolla la acción de la novela.
Fue la propia Academia la que eligió, de entre los sesenta y seis propuestos, los treinta y seis asuntos que se facilitaron a dibujantes y grabadores para realizar sus obras, en las que habían de tomar como modelos algunos retratos, armas y armaduras de la época de Cervantes, utilizándose también bustos de barro de los principales personajes y apuntes de otros protagonistas tomados del natural.
Sin embargo, ante la tardanza en recibir los encargos, hubo de recurrirse a la colaboración de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en la que se encargaron y supervisaron nuevos dibujos y grabados.
El proceso final de la obra
Finalmente, la obra contó con láminas a toda página dibujadas por: Antonio Carnicero (diecinueve), José del Castillo (siete), Bernardo Barranco, Gregorio Ferro, José Brunete y Jerónimo Gil; que fueron grabadas por Manuel Salvador Carmona, Francisco Muntaner, Fernando Selma, Joaquín Ballester, Jerónimo Gil, Pedro Pascual Moles, Juan Barcelón y José Joaquín Fabregat.
Junto a las láminas, se grabaron también dos frontispicios para iniciar cada parte, así como viñetas, remates y frisos que adornan y jalonan toda la obra. Relevante es anotar que la Academia de San Fernando desechó la lámina dibujada por Francisco de Goya e ilustrada por J. J. Fabregat para ilustrar la Aventura del rebuzno.
El colofón a tan colosal empresa lo puso Tomás López, geógrafo de Su Majestad, a quien se debe la realización de un precioso mapa de la Ruta de Don Quijote, delineado según las observaciones realizadas sobre el terreno por José de Hermosilla, capitán que fue del Real Cuerpo de Ingenieros.
Ahora, estos 36 grabados pueden apreciarse unos días en la Sala de Exposiciones que el Instituto Cervantes tiene en la Piazza Navona de Roma antes de viajar a otra ciudad y tras haber sido mostrados con anterioridad en ciudades como Madrid, La Coruña, Ronda (Málaga) y en Ciudad Real y su provincia.
El Gobierno de Castilla-La Mancha quiere, con ésta y otras iniciativas culturales, poner en valor una Región de España, Castilla-La Mancha, que no sólo estaba en la imaginación de Cervantes, sino que es un territorio real que se puede y se debe visitar.